martes, 23 de febrero de 2010

Evidencias

No me importan evidencias
ni verdades de hormigón socavando mis entrañas.
No me importan las arañas
que tejen hilos de engaño enredadas en mi mente.
Vivimos lo que soñé y lo que tú te dejaste,
amé hasta la locura y me mentiste sin tasa,
revolviste mis adentros y me volteaste el alma
clavando un puñal de besos en el centro de mis días.

No me importan las certezas
de lo absurdo de vivir dentro aún de tu universo.
No me importa la extrañeza
que sienten los que se asoman a lo que fue nuestra historia.
Qué saben lo que tú eras cuando estabas a mi lado,
el soplo de la tormenta sobre tu piel de canela,
la sal del mar en tus manos dentro de mi boca ansiosa,
los sonidos de tu risa entre sábanas revueltas.

No me importan las señales
que anunciaban el desastre instalándose en el aire.
No me importa el purgatorio
en el que viven mis días desde que no te respiro.
Tocamos la gloria eterna enredadas nuestras pieles,
fuimos dioses infinitos sin ley ni juez ni pecado,
caminamos sobre el mar y creamos cien mil mundos,
inventamos un lenguaje que nunca volverá a hablarse.

Y por no importarme nada
el invierno me dio alcance.
Y se instaló para siempre
en el techo de mi casa.