Tres sombras en la atardecida.
El lagarto, sobre el muro,
mirando con ojos inmutables el devenir de la historia,
indiferente, pétreo,
jade mudo y palpitante.
La anciana, entre ropa tendida,
dibujando recuerdos en las sábanas,
algodón negro y esparto,
porcelana y encaje con aroma a candil.
El jornalero, bajo el olivo,
msacando la rabia del sudor y la fatiga,
derribando ideas, levantando el puño a la esperanza,
talco y rubí veteados.
Tres sombras al anochecer.
El lagarto ocre, dormitando sin sueños.
La anciana gris, velando el aire.
El jornalero rojo, despierto entre brasas.
Escamas, cántaros y hoces.
Mientras la luna reina,
se funden tierra y fuego en el crisol del pasado.
Mientras el sol se oculta,
el aire y el agua conforman la revolución del silencioso.
Barro, nanas y sangre.
Reverdecen los brotes sobre la tapia.
Airean las ausencias en el humo del hogar.
Titilan los pábilos iluminando la noche.
Cuero, ángelus y tabaco.
Tres sombras al amanecer.
El lagarto en la piedra blanca.
La anciana en el pozo oscuro.
El jornalero en la tierra ajena.
Tres sombras.
La vida.
jueves, 12 de agosto de 2010
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